Comentario
La crisis interna de al-Andalus y los éxitos militares de Alfonso III desembocan en una reflexión sobre la historia del reino, al que se dedican por estos años tres crónicas con un objetivo común: probar que el monarca astur es legítimo heredero de los visigodos y está llamado por Dios a reconstruir la unidad, a recuperar las tierras perdidas, a reconquistar el reino expulsando a los musulmanes, intrusos y enemigos del dios de los cristianos, del dios de los mozárabes podríamos decir, pues los redactores de estos textos son mozárabes procedentes de al-Andalus o clérigos por ellos formados, que no olvidan la persecución sufrida en los años centrales del siglo y ponen al servicio de Alfonso sus conocimientos históricos y bíblicos para animarle a expulsar a los musulmanes.La preparación de la reconquista obliga a buscar el parentesco de Alfonso con el último rey visigodo, a probar que los pecados de reyes y sacerdotes llevaron a Dios a permitir la pérdida de España, no sin prever y anunciar por medio de los profetas el momento de la recuperación, una vez perdonada por Dios la ofensa recibida en tiempo de los visigodos. La vinculación de los astures con los visigodos aparece desde las primeras líneas de una de las Crónicas, dirigida a Sebastián para que conozca La historia de los godos desde el punto en que la dejó san Isidoro hasta el reinado de Alfonso III: no hay ruptura sino continuidad histórica que se logra transformando a Pelayo, al vencedor de Covadonga, de simple "espatario de los reyes Witiza y Rodrigo" (Crónica a Sebastián) en "hijo del antaño duque Favila, de linaje real" (Crónica Rotense) y, finalmente, en "hijo de Bermudo, nieto de Rodrigo, rey de Toledo" (Crónica Albeldense), y por si el parentesco de Pelayo no fuera suficiente, se hace casar a su hija con Alfonso I, hijo del duque Pedro de Cantabria, de regio linaje (Rotense) o descendiente del linaje de los reyes Leovigildo y Recaredo (Sebastián), por lo que aunque Pelayo no hubiera sido heredero de los monarcas visigodos, los reyes asturianos serian los sucesores de Leovigildo, el unificador del reino visigodo, y de Recaredo, el monarca que convirtió a su pueblo al catolicismo.Los herederos directos de Rodrigo están libres de culpa y les cabe, por el contrario, el mérito de haberse enfrentado a los musulmanes, de haber iniciado la reconquista por mediación de Pelayo, cuyas palabras en Covadonga adquieren tono profético cuando dice al obispo Oppa, hijo de Witiza y portavoz de los musulmanes: "Cristo es nuestra esperanza de que por este pequeño monte que tú ves se restaure la salvación de España y el ejército del pueblo godo" (Rotense), palabras que repite con pequeñas variantes el texto de Sebastián y al que da forma mucho más completa la Albeldense, en la que se encuentra la llamada Crónica Profética por incluir una aplicación al mundo visigodo-asturiano de una profecía de Ezequiel, dirigida a Ismael, a los musulmanes, traducirán los cronistas tras hacer la oportuna adaptación: "Entrarás en la tierra de Gog (el pueblo de los godos) con pie fácil, y abatirás a Gog... Sin embargo, puesto que abandonaste al Señor... como hiciste a Gog, así hará el contigo. Una vez que los hayas poseído en esclavitud 170 años... Gog te dará tu pago como tú hiciste, y puesto que en fecha próxima se cumplirán ciento setenta años de la ocupación de España -la sitúan en el año 714-, se predice que este príncipe nuestro, el glorioso don Alfonso, reinará en tiempo próximo en toda España... Cuando se cumpla el plazo fiado por el profeta, se espera que llegue la venganza de los enemigos y se haga presente la salvación de los cristianos..."No cabe expresar de un modo más claro la idea de reconquista: restauración de la fe cristiana frente al Islam y recuperación de los dominios visigodos, a cargo del rey de Asturias, el sucesor legítimo de Rodrigo, que se convierte así en rey único de España con derechos sobre los territorios musulmanes y, también, sobre los cristianos, pues según los cronistas nadie resistió salvo los asturianos: los godos perecieron parte por la espada, parte por hambre. Pero los que quedaron de estirpe regia, algunos de ellos se dirigieron a Francia, pero la mayor parte se metieron en la tierra de los asturianos, y a Pelayo... eligieron por su príncipe (Sebastián); las tierras de Álava, Vizcaya, Alaón, Orduña, Pamplona y Berrueza está comprobado que siempre estuvieron en poder de sus habitantes, pero al no ser éstos de sangre real, no pueden reivindicar la herencia visigoda.La unidad visigoda resucitada por los cronistas de Alfonso III choca con la realidad, con una Hispania fragmentada en reinos y condados que están de acuerdo en la conveniencia de expulsar a los musulmanes pero no comparten las otras ideas implícitas en la reconquista: la reunificación del reino visigodo en beneficio del monarca asturleonés, cuyos sueños se desvanecerán en cuanto Abd al-Rahman III ponga fin a las revueltas, unifique al-Andalus y ponga coto a la expansión de los reinos cristianos, que no superarán los límites geográficos de fines del siglo IX hasta los años iniciales del XI.El título califal del emir cordobés tiene como objetivo recordar a los fatimíes la legitimidad de la dinastía omeya y su derecho a proclamarse heredero del profeta, y busca, además, hacer presente a los musulmanes de la Península, a los muladíes especialmente, las bases religiosas del poder cordobés. Tal vez, el título se dirige también a los cristianos del Norte, a los leoneses sobre todo, que dan a su rey Alfonso el calificativo de emperador, de rey de reyes, con el que refuerzan la idea unitaria implícita en la reconquista, no compartida como hemos dicho en los demás territorios cristianos ni, lógicamente, en al-Andalus.